sábado, 3 de noviembre de 2012

Capítulo 5. Garrett Blair: Ocultos (primera parte).

   El tacto era áspero y me hizo pequeños cortes en los dedos. Aún así seguí acariciando lo que probablemente fueran hojas o hierbajos. En un humilde acto de abrir los ojos el dolor llegó a mi corazón y de ahí a mi garganta:

   - ¡Ah!- exclamé, sorprendido por poder hablar.

   Algo se movió cerca de mi brazo.

   - Garrett, ¿estás bien?- era la voz de Diana. Suspiré. No me apetecía saber nada de lo que estaba pasando. Simplemente quería tumbarme en mi cama y preocuparme por los deberes como cualquier niño normal que vive a las afueras de Detroit. 
Dudé un momento antes de hablar, tragué saliva.

   - No- dije, calmadamente-. No estoy bien.

   - Ya, imagino que no. ¿Quieres recostarte? ¿Puedes abrir los ojos?- al intentarlo por segunda vez, me dolió más que la primera, pero no grité y lo conseguí. Tomé aire profundamente y pestañeé. Se veía todo más claro. Estábamos en un bosque, un bosque colorido y lleno de frescura. Los árboles jugaban entre ellos con sus ramas. Los pájaros se columpiaban en su vuelo y la hierba acariciaba mi piel. Esos ásperos hierbajos no eran más que hojas secas y caídas del otoño, pero en mi estado todo era una amenaza.
Apoyé los codos en el suelo lentamente y posé con cuidado y con ayuda de Diana la espalda en el tronco de un árbol. 

   - Bueno... ¿qué ha pasado?- dije sin dar más rodeos.

   - Pues íbamos corriendo colina arriba cuando te resbalaste de mi hombro y te desmayaste, así que decidí que lo mejor sería parar a descansar. Total, ya estábamos muy lejos.

   - ¿Lejos de qué? ¿Por qué? ¿A dónde vamos y de qué huímos?- las dudas empezaron a debatir de nuevo en mi mente y el dolor de cabeza volvió de golpe.

   - Garrett, relájate. Todo a su tiempo.

   - No Diana, es que no me quiero relajar. Quiero saber de una maldita vez que es lo que está pasando conmigo y...- se me hizo un nudo en la garganta al hablar tan rápido. Diana me miró paciente y, tras echar un vistazo a todos los lados, se sentó a mi lado en el árbol. No la veía la cara, pero esperaba poder oír sus palabras.

   - Lo primero de todo...tú no eres normal.

   - ¿En serio? ¿No me digas?- no sé si el sarcasmo ayuda en estos casos, pero es lo único que supe decir.

   - Me refiero a que nunca lo has sido. Nunca has vivido tranquilamente en tu casita con tu instituto y tus amiguitos- el diminutivo lo hacía todo más despectivo, como si de verdad lo odiara-. Desde que naciste no ibas a poder serlo.

   Me hizo pensar. Antes de decir cualquier cosa, fijé la vista en una roca a diez metros de mí y me concentré en lo último que había dicho. Desde que nací... Si mis padres no eran mis padres biológicos, no iba a poder averiguarlo a raíz de ellos, de modo que la di un pequeño codazo ara que prosiguiera.

   - Garrett... tu madre y tu padre, los reales... porque, sabes que eras adoptado, ¿no?- asentí- Pues... tenían muchas diferencias con alguien corriente como... 

   - ¿Tú?

   - No, yo no.

   - ¿Por qué? 

   - Porque no soy corriente, ni tú, ni yo, ni tus padres lo eran.

   - ¿Entonces?

   - Pues... Garrett, yo soy un cahín. Significa que me muevo entre los mundos. Por eso me has conocido, porque me moví al mundo en el que vivías. 

   - Cuando te refieres a mundos, quieres decir...

   - Vivos y muertos. Exacto. 

   - Pero entonces, ¿estás...

   - No, no estoy muerta, simplemente no he vivido. 

   Sé que necesitaría demasiado tiempo para entender esto, por lo que decidí preguntar por lo que realmente me incumbía.

   - ¿Y yo? ¿Yo ahora estoy muerto?

   - Sí.

   - Pues no lo entiendo, porque estoy respirando, me duelen las hojas, siento las hojas...y eso un muerto no lo hace, Diana.

   - Ya te lo he dicho, Garrett. Dos mundos, los muertos y los vivos. Antes estabas en el de los vivos. Ahora no- mi cara de perplejidad la indicó que estaba haciendo algo mal, pero no la culpo. Es algo demasiado complicado para mí-. Garrett... ¿quieres descansar otro rato?

   Mis dudas decían que no, intentaban sujetar a mi cansancio, pero este finalmente venció, y a la vez que asentía me derrumbé en el suelo repleto de hojas. 

   Al estar dormido, no podía saber lo que estaba pasando a mi alrededor. Nunca supe que en aquél momento Diana me tapó con una manta verde, que me camufló con infinidad de hojas secas y ramas de árbol recién arrancadas. Diana se miró la ropa negra repleta de manchas de todo color. Pero las más abundantes eran rojas. De sangre. No pude percatarme de eso despierto, ya que apenas la miré. 

   Si en aquél momento hubiera visto la cara de preocupación de Diana, el temblor de sus manos al levantarse su camisa y dejar ver sus costillas y una horrorosa cicatriz, meter la mano por el bolsillo interior de su pantalón y sacar un cuchillo, nada hubiera sido igual. Nunca supe cómo, al introducirlo violentamente en su tripa, su cuerpo no cayó al suelo derrochando sangre, ni el cuchillo. Nada. Ni siquiera una minúscula gota. 

   Si en aquél momento hubiera estado despierto y hubiera averiguado a dónde iba tras haberse suicidado... nada hubiera sido igual.

2 comentarios:

  1. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG ¿QUE HA PASADO?!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO !!
      QUEDA POCO!
      ESTAS NAVIDADES LO SUBO!

      Eliminar