miércoles, 15 de agosto de 2012

Capítulo 3 (Parte 1) Garrett Blair: Cambio radical.

Hoy es sábado. Muchos lo definirían como el mejor día de la semana. Otros como una salida del ciclo de deberes del instituto. Para mí puede que sea el peor día. No me concentro en estudiar los sábados, me los tomo como un descanso colegial. A decir verdad, no me concentro en nada. Puede que sea por eso por lo que los odio, porque me aburro como una ostra.
No sabía mucho de Beck desde que vino a casa para coger los apuntes, pero la verdad, no quería verle. Estaba seguro de que me metería en otro lío de los suyos con el fin de conseguir dinero para la dichosa moto. Los sábados me aburro tanto que hasta me acordé del profesor Clapton. Afirmaban que era una tontería y tal. No vendría el lunes. De eso se podía estar seguro. La que sí que me apetecía ver era a Scarlet. No habíamos hablado mucho esta semana y hace tiempo que no quedamos para dar una vuelta.

Cuando cogí la chaqueta para salir a buscar a Scarlet, algo se cayó de la de al lado. Era la cazadora marrón que mi padre usaba para ir a pescar con sus amigos. Hace una semana que no va, por lo que esa cosa debía de haber estado allí un tiempo. Era una carta, una carta doblada un par de veces de color blanco. A los lados estaba decorada con líneas amarillas. Parecía una simple factura. Pero, ¿por qué tan escondida? Tenemos un cajón especial para ellas, no entiendo por qué ahora se guardan dobladas en chaquetas que apenas se usan. Sí, normal no era. La cogí de nuevo y la guardé como estaba en el bolsillo de su chaqueta. Ahora no tenía tiempo para esas cosas.

No era un día muy soleado. Aunque no fuera común, hacía frío y las nubes bloqueaban el cielo. Llevaba las manos guardadas en la chaqueta y agarraba el interior del forro de los bolsillos con la esperanza de que así me las calentara más. La poca luz de la calle, hacía posible ver perfectamente todo lo que había en ella. Desde los árboles hasta el nombre de los buzones. Me paré en el que ponía KERR. ¿Llamo? No estaba seguro. La verdad, no pinto nada ahí. Ya lo había intentado, y creo que se alegraron un poco. En todo caso, tengo todo el día.

Camino a un paso normal, aún era pronto para presentarse en casa de Scarlet sin aviso. Pero la repentina brisa me obliga a apretar el paso si no quiero morir congelado. El aburrimiento y la perfecta visión de la calle hacen que me fije en cosas que jamás me llamarían la atención: las aceras estaban muy desgastadas. No sé como siendo un pueblo medianamente pequeño, invierten el dinero de los impuestos en arreglar estas cosas; la segunda cosa que vi era que no había nadie. Puede parecer común en un pueblo así pero, un sábado, las cosas son más animadas. Y la última cosa que vi, y será la última por la gravedad de esta, es que había numerosos carteles pegados en farolas y árboles sobre un animal perdido. No cualquier animal, un perro. No cualquier perro, el perro. Negro, enorme y con ojos penetrantes.
Kibo. Se había perdido, o eso me pareció a primera vista. La dirección de Diana estaba apuntada a pie de página y también su teléfono. Pensaba. Kibo no es que fuera un perro muy agradable, puede que yo lo piense porque casi me arranca el brazo pero poneros en la misma situación. El caso es que tenía el número de Diana. Tenía un motivo para hablar con ella. Tenía la broma en bandeja.

- Perdone señor- dijo con la voz que mejor se me da imitar, la del Profesor Clapton, cuando Diana descolgó el teléfono.

- ¿Sí? ¿Quién es?- su voz era más temerosa que de costumbre. Puede ser que se huela la broma... o que simplemente sea así de agradable con las personas desconocidas.

- He visto los carteles, sí, esos en los que describe esa bestia de color negro, temerosa y con ojos hipnotizantes sí. Y he encontrado a el animal.

- ¿A Kibo?- dijo esperanzada.

- ¿Kibo? Hum... aquí no dice que sea Kibo al que me refiero... No... Encontré una foto de una tal Diana Kerr... y era similar a la fotografía del cartel y yo...- aguanté la risa.

- ¿Qué? Vale dime ahora mismo quién eres y dónde estás que te vas a enterar- se oyeron ruidos diferentes a su voz en la habitación. Probablemente estuviera vistiéndose para darme una paliza.

- Ehm... eh...- estaba empezando a acobardarme. El plan que había pensado acababa diciendo mi auténtico nombre, pero ahora...

- ¿Garrett? ¿Garrett Blair? ¡Te vas a enterar Blair!- y colgó el teléfono.

Una chispa de esperanza me decía que tal vez creyera que estaba en mi casa, o en el cartel más cercano, pero no era así. Ya había avanzado dos manzanas y ahora corro por un callejón. No puede saber exactamente donde estoy.
Cuando el miedo deja de apoderarse de mi cabeza, pienso. Es una chica. Me quiere pegar. No me va a hacer nada. Estoy corriendo como un poseso por el callejón oscuro que ni siquiera acorta el camino hacia la casa de Scarlet.
Retrocedí lentamente. Era estúpido que siguiera pensando así. ¿Miedo de Diana? ¿Qué me iba a hacer? Tal vez esto estuviera marcado por lo que pasó aquél día años atrás, pero ya no. Iba a doblar la esquina del callejón cuando me di cuenta de que llevaba el cordón desatado. No es porque me importe, es que le importa a Scarlet. Nunca olvidará el día que se rompió la muñeca cuando iba a hacer una mortal hacia atrás pero claro, llevaba el cordón desat...

-Te cogí-.

Esa voz. No puede ser. Apenas habían pasado cinco minutos desde la llamada. Yo había hecho ese recorrido a paso normal en quince. Ella sabía exactamente el lugar en el que estaba y en mucho menos tiempo. No puede ser.

- ¿Cómo...- no me dejó acabar. Pero me alegro, porque no se la veía con intención de pegarme. Eso sí, llevaba sus Converse negras que no pueden faltar, pantalón negro y chaqueta negra. El look Diana.

- No hagas preguntas tontas. Espera... ah, no puedes- me lo merecía-. El caso es que darte no te doy, pero me vas a ayudar a buscar a Kibo sí o sí.

- Yo iba... ahora mismo no puedo...

- No me vengas con excusas porque no conseguirás nada de nada. La próxima vez piénsatelo antes de hacer tonterías de críos- me agarró de la manga de la chaqueta y me sacó completamente del callejón. Ya me había dado por vencido. Estaba claro que escabullirme no me iba a escabullir.

- Bueno, más o menos ¿cuánto tiempo tardaremos?

- Dímelo tú. Depende de las ganas que tengas de acabar con esto. Cuanto antes lo acabemos, antes te irás. Y yo me quedaré con mi Kibo tan tranquila- se la veía agobiada. Parece ser que su perro era muy importante para ella. No pude decir que no.

- Vale. ¿Por dónde empezamos?- era la pregunta básica.

- Vamos al Este. Creo que hay más posibilidades de que aparezca por ahí.

- ¿Por qué? ¿Cómo se perdió?

- Al parecer se escapó por la noche. El caso es que siempre le ha gustado pasear más bien por el Este de Detroit, no solíamos ir al Oeste.

- En ese caso...- la hice un ademán para que saliera por la no puerta.

Íbamos a paso rápido, como si yendo así de deprisa viéramos mejor al perro. Tal vez así llegó tan rápido. Pero el hecho de cómo averiguó el lugar...

- ¿Cómo sabías donde estaba?- pregunté, interviniendo en el silencio de la calle.

- ¿A dónde ibas tan aburrido?- preguntó ella rápidamente.

- Pregunté antes.

- Las damas primero, señorito Blair- dijo burlona.

- Muy graciosa. Iba a casa de Scarlet- no di más detalles.

- ¿Scarlet? -preguntó interesada.

- Sí. Scarlet, ¿por?

- ¿Es tu novia?- la divertía hacer preguntas privadas.

- Eso no te incumbe- la dije, cortante.

- Vale, Casanova, como quieras- y andó aún más deprisa, pero siguió sonriendo por mi humor.

Yo la imité, de esta manera tan sólo conseguíamos ir aún más rápido y por más que mirara a todos lados, no veía más que basura, casas, hierbajos y a Scarlet. Un momento. A Scarlet. No había nadie en la calle pero justo la persona a la que quería ver está ahora mismo ahí delante. Scarlet y alguien más. Antes de ponerme como loco a mirar, me aseguro de que Diana sigue a lo suyo, mirando por su lado. Entonces me voy disimuladamente más escondido pero con más visión a la izquierda. No me lo creía. Beck y Scarlet. Mi mejor amigo y la que debía ser mi novia. Juntos. No solo juntos. De la mano. Abrazados. Miraban hacia la calle paralela, a punto de cruzar. No podían verme. Pero yo a ellos perfectamente. Debe ser un malentendido. Son Scarlet y Beck. Nunca me harían algo así. La verdad es que siempre les he visto distanciados, Scarlet nunca ha sido tan amiga de Beck como yo. Pero ahora le veo el sentido. Ahora todo cambia.

Cuando desaparecen, todavía juntos, por la esquina, mi expresión debió cambiar radicalmente, porque Diana me miró despreocupada y se asustó.

- ¿Pero qué pasa? ¿Estás bien, Garrett?- mantuvo las distancias. No sé si por miedo a que la gritase o simplemente por que sí. Pero no quería que se enterara. Me la devolvería bien.

- Es que... me caigo y me doy con el bordillo.. y ¡tú ni te enteras!- sonreí un poco y fingí una leve cojera, ya que no me había visto andar aún. Ella se rió.

- Vale, lo siento. La próxima vez te llevo de la manita ¿Tienes hambre o sed? Si quieres paro y te compro un zumito, o una de esas galletas con el Bob Esponja dibujado en la...

- Sí Diana. pillo la gracia- yo no era así pero no estaba para bromas. Además, había mencionado el gesto de llevar de la mano. No iba a soportarlo.

- Tan poco hace falta que me fusiles- y debió de ser el brillo de mis ojos. El brillo que delataba lo que me ocurría. Desde pequeño, ese brillo no me ha dejado hacer trastadas, ni librarme de las cosas que no me apetecía hacer. Pero hasta el momento sólo pensaba que mi madre lo podía ver, ya que ella le puso ese nombre. Al parecer no había dado con otra persona con el mismo carácter para algunas cosas.

- Lo siento- dije, sinceramente-. Es sólo que, tengo que hacer algo. Y tiene que ser ya.

- Como quieras- las dos palabras que menos me esperaba en ese momento que vinieran de esa boca-. Vete a casa de esa chica... ¿Scarlet? Lo que sea. Total, no pensaba encontrar a Kibo hoy. El mismo día que pongo los carteles y... el día que voy en su busca con probablemente la persona más patosa del barrio- me reí por su ingenuidad.

- Gracias, te debo una.

- Ya, no hace falta que me lo recuerdes. Esas cosas no las olvido. Voy al súper a por la comida. Nos vemos- y no esperó a que me despidiera. Se dio la vuelta con la misma marcha y su ser pareció no cambiar en absoluto.

Mientras tanto, yo volvía a la desviación que debía haber tomado para ir a casa de Scarlet pero... ¿Qué iba a hacer? ¿Presentarme allí y descubrir el pastel? Reconsideré la opción de llamarla mientras volvía a casa. Pero no iba a poder hablar coherentemente hoy. Decidí esperarme al lunes. Llegar al comedor y nada, ver cómo va la cosa. Les seguiré el juego para que el día que descubran lo que me han hecho se sientan las peores personas del mundo y les den ganas de... Bueno. Ni siquiera puedo pasar un minuto con Diana sin que me pegue la maldad que lleva dentro. Un escalofrío me recor´rió la espalda y me dio ánimos para llegar lo antes posible a casa. Me estaba congelando poco a poco, y las muertes lentas... no van conmigo.

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